miércoles, 20 de enero de 2010

La venganza de Lisbeth Salander.



Lisbeth Salander, personaje de la saga Millenium, fue víctima de repetidos abusos sexuales, como desgraciadamente muchas mujeres, por parte de su tutor legal bajo reiteradas amenazas de devolverla a un centro de menores.


Como no es de extrañar, cuando se le presenta la oportunidad se venga de su agresor infringiéndole la misma tortura a la que él la sometía. Normalmente no estoy a favor de la Ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente, ni de aplicar la justicia uno mismo, pero en este caso estoy totalmente de acuerdo con la reacción de Lisbeth. Las razones son simples. ¿Con qué derecho se creen los hombres para violar a las mujeres? Está claro que ellos no han sentido el dolor, la humillación, ni la perversión de tal acto. Por lo que hacerle probar al tutor su propia medicina es una respuesta totalmente comprensible y coherente: hacerle pasar por lo que él la hacia pasar a ella. Hacer que se ponga en su piel, que comprenda el sufrimiento y la degradación a la que la sometía.




En este caso, el fin, justifica los medios, ya que realmente son los únicos que pueden conseguir un resultado efectivo y real. Un violador siempre reincide. En un caso de estas características soy partidaria de hacer pasar por ello a todos los violadores, acosadores y abusadores. Si se infringieran penas más duras y se aplicara el ojo por ojo, cabe la posibilidad de poder reducir el índice de mujeres violadas y víctimas del abuso sexual.


Por ejemplo, en el caso de un asesinato, no estoy a favor de la pena de muerte, porque al fin y al cabo es librar al asesino de su castigo y ahorrarle el sufrimiento de pasar el resto de su vida encerrado con cadena perpetua. Y a fin de cuentas no van a reemplazar a la persona asesinada. Lo que sí sería es un aviso a los futuros asesinos, los cuales ante tal condena, se lo pensarían dos veces antes de matar, pero ¿hasta que punto seria efectivo? ¿Acaso la perspectiva de pasar el resto de sus vidas en la cárcel no es suficiente?


Lo que sí está claro es que si infringieran castigos más duros a los violadores como la castración biológica o incluso física, seria mucho más efectivo. Lo que está claro es que en este caso no habría reincidencias posibles.

Elisa Hernández Angulo.


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